Esencialmente
El observador observándose a sí mismo
Sintiendo-se en toda su plenitud
Venimos entonces a observar, precisar
Lo suave, lo duro, lo verde, lo oscuro.
Lo ralo, lo denso, lo rojo, lo intenso.
El frío, el calor, el río, el color.
El ritmo, el espacio, el veloz, el despacio.
El llanto, la risa, el juego, la delicia.
El arriba, el abajo, y la dirección
Y el como se alteran con la rotación.
El número, el género, la polaridad
El orden, el caos, y la vacuidad.
Lo bueno y lo malo, lo extraño, lo injusto
¿Qué es eso, y por qué a veces causa disgusto?
Tristeza, enojo, prisa y paciencia
Son todos productos de nuestra experiencia.
Venimos a saber qué es la duda
Y cómo nos lleva a necias locuras.
Venimos a sentir rabia y pasión
Los fuegos internos de nuestra emoción.
Atracción y belleza, seducción y lujuria
El hambre de carne que se torna devoción.
El gozo, el placer del ser satisfecho
El éxtasis al acabar un trecho
La expectativa, y la decepción
Al ver que la finalidad era ilusión.
Lo corto, lo largo,
Lo estrecho, lo expanso
Lo tosco, lo angular
Lo fino, lo excepcional.
El cóncavo, el convexo,
La periferia, el nexo.
La similitud, la desigualdad
La proporción y la complejidad.
Contornos en masa, en curva y en recto
Delinean, denotan nuestro enorme cuerpo.
Las partes, sin pausa, quiebran y conmergen
Esculpiendo unidas el misterio latente.
El nada, el todo, y la unidad
Son las construcciones de nuestra verdad.
Los flujos que destilan nuestros sentidos
Son nuestra comida de nosotros mismos.
Y de los muchos espejos que abundan
Nuestro cuerpo refleja realidad de lo profundo.
El dolor, el trauma, la alegría y la calma.
Sentimos aquí los aspectos del alma.
Frescura de aliento y de sentimiento
El rancio que nace del estancamiento.
El ansia, la prisa, ¿por qué hipnotizan?
El triunfo y el fallo, tras tantos ensayos.
Construimos de nada el bien y el mal
Y polarizados, olvidamos lo real.
Desdén, avaricia, culpa y vergüenza,
Que surgen del miedo de mala experiencia.
Ternura y cariño, cuidado y amor
Que nacen de ver en el otro valor.
La fuerza, energía, impulso y acción,
La causa y efecto en la reacción.
La luz y el agua, el viento y el fuego
Son nuestros en este infinito juego.
El canto, el baile, la ciencia, la religión
Distintos caminos de exploración.
La forma, el patrón, la idea, el concepto
Venimos a sentir lo que es intelecto.
De la forma deducimos simetría
Y en las estructuras vemos jerarquía.
Los ciclos del tiempo y la continuidad
Permítennos sentir cambio y variedad.
El color y el sonido nos dan el gradiente
Y los ciclos nos muestran menguante y creciente.
La naturaleza, en todo ínfimo rincón
Se viste de estupenda geometría y patrón.
El nombre, el objeto, la identidad,
Marcas y escalones en esta inmensidad.
Conectando símbolos a toda entidad
La mente construye su red de verdad.
El plan y estrategia, la propia intención
Combínanse todos en la razón.
Y así refinando lógica e inferencia
Surge naciente la divina conciencia.
Y afuera miramos, queriendo entender
Qué fuerzas antiguas nos hicieron nacer.
Y en todo el universo, no hayamos más central fuente
Que el axiomático observador presente.
Podríamos toda eternidad buscar
El perfecto estado o el perfecto lugar
Pero tal demanda excluye el resto
Y no hay universo que no incluya el resto.
Entendamos que navegamos un mar
Y no hay playa perfecta ni isla perpetua.
Todo fluye y muta, y es ilusión el azar
Construyamos en cambio con esmero ejemplar.
Estamos en este preciso momento
Yo escribo, tú lees, en nuestro propio cuento.
Mas aunque sea vasta nuestra diferencia
Caminamos a través de la misma conciencia.
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