weeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaare
Friday, December 23, 2022
Taskmaster
Friday, December 9, 2022
The motive of action
horse
Thursday, December 8, 2022
Purpose of Incarnation
Sunday, December 4, 2022
Eagerness
Monday, November 14, 2022
Old and Young Seek
Sunday, November 13, 2022
tight
Friday, November 11, 2022
Resentment
Wednesday, November 2, 2022
matter
ive run here and there looking for things
that matter will save us.
Tuesday, October 18, 2022
Conformity
Friday, October 14, 2022
Wounded, vengeful victim
Monday, October 10, 2022
Writing releases
Thursday, October 6, 2022
really
"Really, <NAME>?"
often seems to signify
"
You did <ACTION>, I did not expect you to do that, and I am disappointed in you/your behavior.
The image I had of you excluded the possibility of you doing <ACTION>, because it is of a worse quality than I believed you capable/likely to do.
Because of this, my image of you has changed for the worse, and I trust you less.
"
Friday, September 30, 2022
summon
Sunday, September 11, 2022
Negation
Friday, September 2, 2022
Thalía (explode)
anger.
The anger that peers out from my entrails feels familiar - an old rambunctious cousin that won't leave me no matter how much I push or shove or lure or threaten him away.
las canciones de mi niñez.
escucho estas canciones, nuevamente...
y sube mi energía. Crece, calienta, y activa las esquinas apagadas de mi ser, aún repletas con candelas extintas, bombillas quebradas, y fogatas extinguidas. De nuevo siento vida en mis entrañas. Se aviva mi deseo, se prende mi atención y mis sentidos. Y con ellas, surgen sentimientos de rabia, frustración, desesperación y odio contra mí y contra el resto del mundo, aún irresueltos y pendientes en mis pantanos internos.
Una sola espina ensartada permanece para siempre, parece. Y ésta mía aún está aquí. Y porque me duele, la odio, la repudio, la escondo, y la ignoro. En mi vida encuentro distracciones, busco otros enfoques de atención que dejen a mi energía apagarse y morir, porque sólo así encuentro que me duele menos. Pero de vez en cuando algo me recuerda a mi energía - resuena mi energía, mi calor interno, y vienen todas estas sensaciones, este impulso de vida, y me lanzo de nuevo vivo hacia la vida, pero viene acompañado de este dolor revuelto con rabia, culpa, e impulsos de venganza y explosión. Ellos activan mi miedo, mi vergüenza y mi prudencia, porque SÉ que explotar y vengar no resuelve mi espina, y de nuevo me reprimo, y pronto, con voluntad inconsciente y autómata, logro olvidar este ciclo que ocurre dentro de mí. Y de nuevo mis fuegos y mis luces con el tiempo se apagan, y vuelvo a entrar a mi vida sonámbula que se cuelga de patrones físicos e inercias pasadas para continuar moviéndome como títere de mi pasado y como hoja al viento.
Pero no más. Deseo NO MÁS. Porque la realidad es que yo DESEO y yo SIENTO y yo tengo VIOLENCIAS dentro de mí que exigen expresión, exigen ser vistas. Y sospecho que nunca perecerán, nunca se irán, mientras no les dé una voz. Su impulso crudo es explotar en violencia física y verbal contra otros con intención de daño, pero estoy seguro, CERTERO, que yo no haré eso. Así que en cambio, le ofrezco este flujo violento de palabras que describen y dan transparencia, a lo mejor de mis habilidades, a la dinámica que ocurre dentro de mí.
Amor a la Mexicana.
Esta canción de Thalía, junto con Piel Morena, me encienden. Activan mi sensualidad, remueven la costra de vergüenza que llevo en mis entrañas desde mi niñez. Y al levantarse la costra, ruge la luz naranja y el fuego en mí que a veces pienso están dormidas o muertas. Pero no, rugen con fuerza de sol, y buscan salir, quieren ser vistos, quieren liberar la presión emocional y física dentro de mí que retengo todos los días con mi fornido plexo solar y con mi torturada garganta, que logra retener hasta el 80% de las lágrimas que buscan fugarse por mis ojos.
La canción activa las memorias de mi niñez, muchos años antes de mi pubertad, y yo buscaba explorar, entender, y disfrutar. No sé qué pasó ni cómo ni con quién, pero recuerdo represión. Recuerdo que me gustaban las canciones que tocaban en la televisión y que me gustaba ver a las mujeres bailar, y que activaban ya dentro de mí una curiosidad misteriosa hacia la mujer, aunque las palabras no eran más que sonidos sensuales para mí. Voz deslizante y seductora, ritmo tropical y percusión grave, ya activaban mi fuego. Recuerdo que bailaba. Recuerdo que cantaba. Y luego, no sé qué pasó, no sé quienes en particular lo produjeron, pero recuerdo reprimendas, límites y represión, y pronto aprendí a cubrir mi fuego. A esconderlo de otros, a aminorarlo cuando me lo pedían e imponían, y que me lo imponían una y otra y otra y otra y otra vez. Y recuerdo que cuestioné esta represión. Y la evitaba. Y quería expresarme a pesar de ella. Y quería sentir el placer de la música y de mi cuerpo en movimiento. Y quería conocer a las mujeres, y explorar la sensualidad que parecían exudar, aún en mis primeros grados de primaria. Pero todo eso que yo sentía, todo eso se reprimió. No sé cómo ni cuándo. Luego ya sólo recuerdo que la represión sobre mi fuego no venía de otros... estaba ya en mí. La vergüenza, la indirección, el olvido distraído de los otros, y el miedo de herir o incomodar a otros, todos estaban ya en mí, una espina transmitida hacia mí con una ósmosis persistente. Y desde entonces, yo sólo he reprimido mi propio fuego, lo que yo he querido expresar.
Y ahora escucho de nuevo estas canciones, y devuelven a mi cuerpo las sensaciones de esos tiempos. Y leo y absorbo las palabras, que parecen nuevas para mí, y recuerdo y comprendo. Mi cuerpo reacciona a la sensualidad de la música, y reconozco que el rol masculino descrito en las canciones de Thalía es el mismo que en mi vida tanto he deseado llenar, y que SÉ que yo mismo me he impedido jugar una y otra vez. Y deseo ser ese compañero de juego y fuente de fuego para una mujer, con la energía primal e inocente que sentía ya sin entendimiento décadas atrás.
Rabia.
Siento rabia cuando lo pongo en perspectiva. A mis 38 años de edad, he vivido una vida con un generador atenuado y con conductos de energía dañados y deteriorados, que maltrato con desdén inconsciente. Ellos forman parte del diseño de mi cuerpo, mas no me permito utilizarlos como pueden serlo. En particular, pienso en el deterioro, el potencial y la fuerza desperdiciadas a través de mi vida. Pienso en mis deseos a través de la vida, hacia mis conflictos y obstáculos, hacia mis amistades, romances, e intimidades. En ámbitos físico y emocional, sé que he obstruido mi propia fuerza, mi intención, con la distracción y la vergüenza que me han acompañado hasta ahora. Vergüenza de sentir intensamente, de desear vorazmente, y luego, como un cáncer, mi costra ha crecido al acumular más vergüenza por sentir tanta vergüenza y de desperdiciar tanto potencial, y solamente me pesa más en mi camino por la vida.
No más.
Tengo sensaciones intensas. Busco cantar, bailar, con expresión, intensidad, e intención. Quiero crear conexiones con mujeres como las canciones dicen - quiero expresar amor que las haga vibrar. Quiero que busquen mi sabor, mi sudor, mi olor, mi mirada, mi locura. "Suavecito y rudo", y que le llegue hasta el fondo del corazón.
Veo a las mujeres y las deseo tocar, sentir, explorar, intensamente. A veces con suavidad, a veces con fuerza, a veces en juego. Pero lo deseo, lo quiero, y este fuego sigue conmigo - es inherente a mi cuerpo, y estoy harto de negarlo una y otra y otra y otra y otra vez en ciclos de expansión y represión que me dejan cansado, avergonzado, desilusionado, y con deseos de culpar a mi pasado y a otras personas. Quiero conectar con una mujer con instinto primal. Deseo capturarla con mi mirada y atarnos con nuestros deseos. Quiero activar su juego y su fuego, quiero jugar con ella, quiero olernos nuestros aromas excitados. Quiero que me insinúe que la toque, la acaricie, quiero entenderla y ceder, y que caigamos en una cápsula de sensualidad mutua, donde las prioridades desaparecen, se olvida el mundo, y nuestros cuerpos se abren el uno al otro como vertientes salvajes, como la lluvia penetra la tierra sedienta.
Y junto a estos deseos siento aún mi vergüenza. Ya ha crecido, es ya madura y astuta. Ya sabe permitir al fuego una expresión ocasional para aminorar su presión. Pero hasta ahora, cada vez que la presión de mi fuego se disipa, la vergüenza regresa y se acomoda de nuevo sobre el fuego, lo aprisiona, y lo busca sofocar aún más. Deseo que esto no suceda más. Quiero aceptar y utilizar mi fuego - sea para calentar, jugar, transformar, dinamizar, amar, expresar, o destruir. No más prisionero ni bestia - sino herramienta de mi voluntad.
Busco destruir mi vergüenza. Mi vergüenza de mi fuego y energía que tengo dentro, que buscan brillar sin miedo de incomodar a los demás. Que buscan explotar, jugar, conquistar, seducir, amar, follar, y que cuando enfurecen, desean fortalecer, dañar, destruir y hasta matar. Mi vergüenza de mi propia incompetencia - social, sensual y sexual. De cargar con esta vergüenza por tanto tiempo, de perder tanto potencial en mi vida debido a ella. De sentir que estoy atascado, incapaz de desenvolver mis propios tallos y hojas. Emocionalmente aún un pre-puberte, con la energía interna suficiente de conquistar, de brillar más que todos alrededor de mí. Vergüenza de creer que mi energía y mi fuego son realmente más poderosos que los de mi alrededor, y miedo de fallar al intentar demostrarlo. Vergüenza de saber y esconder que tengo el potencial explosivo de dañar, de matar, de conquistar, de resentimientos potentes y longevos, venganza y odio escondidos profundo en mi interior, mientras camino en el mundo con la apariencia de una oveja débil, dañada, desilusionada y apacible. Vergüenza de esta mentira, vergüenza de tanta demora, de 30 años de fuego humano desperdiciados, escondidos en el nombre inaudible del puritanismo pusilánime.
Vergüenza de sentirme tan activado por una canción que ya había escuchado tantas décadas antes. Como si mi capacidad intelectual/deductiva es tan lenta que le tomó 30 años lograr entender la misma información que he tenido en mi cerebro tanto tiempo ya. Vergüenza de portarme como esclavo a fuerzas internas "tan comunes" que "seguramente" todos alrededor de mí ya dominan, que "parece" que todos alrededor ya tienen bajo control. Vergüenza de ser afectado con tanta potencia por una canción tan común, como si su contenido, por ser ya tan de antaño o tan bien conocido es algo que yo debería ya dominar. Vergüenza de que siento vergüenza por sentirme excitado por una canción que está diseñada para causar tal excitación.
Vergüenza de sentir atracción hacia tantas mujeres alrededor de mí - en la calle, en el tren, en la tienda, en la oficina, vergüenza de mi incapacidad de conectar, de seducir, de que mi valentía parece aminorar cada año. Vergüenza cuando la atracción que siento no es mutua. Vergüenza del titilo de mi cuerpo cuando le atraen chicas adolescentes en desarrollo, del raro titilo que he sentido con la presencia de un hombre, y aun con la presencia de algunos gatos. Vergüenza de mi imbalance interno. De cómo reprimo mi fuego y lo olvido por semanas y meses, y al parecer se apaga, y de cómo a veces surge como bestia sin que yo pueda controlarla, y la dejo rugir con una secuencia intensa de pornografía y masturbaciones casi compulsivas que se sienten más como vaciar cubetas de desperdicio por el desagüe que como actos de placer.
Vergüenza de las veces que he intentado, y fallado, destruir mi vergüenza o sofocar mi fuego de una vez por todas. Vergüenza de mis fallos y mis fugas inconscientes, manifiestas como arrogancia silenciosa o exhibicionismo insensato. Miedo a fallar de nuevo, miedo de herir a otros. A estas vergüenzas y miedos, busco arrancar y destruir. O al menos desnudar. Abrirme por completo de par de par, y así arrebatarle a la vergüenza su razón de ser.
Para esto escribo este texto. No para beneficio del lector. Lo escribo para mí. Es una redirección de mi energía explosiva hacia estas palabras. Quiero expresarlo, que sea visto, que se me vea, se me juzgue, se me critique y evalúe, tal vez menos de lo que imagino, con palabras o en silencio. Que mi vergüenza no tenga ya más que esconder. Que mi fuego no PUEDA esconderse más, tanto como estas palabras puedan lograr.
Y en las palabras de la misma Thalía, tengo esperanza de poder realmente personificar la actitud:
A quién le importa...