Wednesday, February 13, 2013

Te quiero vida

Te quiero vida. Te quiero cuando siento el aire rozar mi piel, cuando lleno mis pulmones para sentirnos en pleno, y te quiero cuando me acuerdo que estás allí.

Y te quiero cuando salgo a caminar y veo los árboles abrir sus ramas al mundo, y bailar al compás del vaivén invisible. Y cuando cae agua, y siento el agua fría deslizarse por mis manos y cabeza, y no la ignoro por afán, por mantener la mente estirada.

Y te quiero cuando pienso en la magia de la luz, magnífico fenómeno de perfecta precisión, que comunica al mundo entero y a todo en ello sin reservación. Por su virtud llegan a mi los edificios, prosaicos ya, los caminantes aledaños, las estrellas en la lejana vacuidad, el camino que recorro, y mi propia forma envuelta en piel.

Y quiero a mis ojos que me regalan, en todo momento, el lenguaje de la luz. Generosa, tiene mucho tiene que decir, y lo dice de muchas maneras, y lo dice todo el tiempo. Qué colores, qué brillos, qué texturas, qué riqueza de ser. Qué regalos, ojos míos, que me guían a través de este laberinto que parece nunca acabar.

Y te quiero cuando quiero cambiar mi cuerpo de postura o posición, y lo hago apenas con la intención, a la velocidad del pensamiento, con un sistema de absoluta elegancia, haciéndolo apenas sin pensarlo. Y me siento comandante de una nave magnífica, surcando el mundo cual enorme océano por descubrir.

Y te quiero cuando siento de nuevo el ritmo de las cosas, el son de mis pasos, el correr de mi sangre, el fluir de los vientos y las nubes, el planear de las aves, el parpadear de las estrellas. Siento el ritmo como si por primera vez, y veo en el continuo de los ínfimos momentos infinita posibilidad. Y cuando deslucido, a través de la pesada cortina del ímpetu diario, apenas el principio de la vastedad de ese espacio, me siento inmenso y minúsculo en simultáneo, y te quiero otra vez más.

Y te quiero tanto, vida, cuando pienso en ti, y siento recorrer, por mi espalda y mi cabeza, doradas vibraciones que debo describir como buenas, porque así las siento. Y te quiero porque me recuerda lo poco que en realidad sé, y me emociono con la aventura de descubrir los misterios de mi existencia y de ti.

Y te quiero conocer, vida, pues no te conozco suficiente. Mucho te he ignorado, y me he perdido en los pesares y los deberes y los temores y los protocolos de otros perdidos por herencia, como yo. Quiero conocer tu cuerpo, tu mente, y tu alma, lo que te hace latir, lo que te hace sonreír, lo que te hace fulgir. Sé que eres vasto más de lo que creo y conozco, y aún sospecho que al recorrerte escucharé melodías nuevas familiares, y veré y recordaré lugares que nunca antes había visto, y sentiré las emociones reales, desenmascaradas de mi corazón... y veré mi ser como nunca antes, pero como siempre estuvo.

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